Saber de dónde venimos para saber a dónde vamos. ¿Cómo era el mercado del arte antes del terremoto financiero? ¿Qué ha cambiado a nivel nacional e internacional desde entonces? En definitiva, ¿qué demanda el mercado del arte actual? “Las reglas de este mercado han cambiado durante los últimos años debido a la recesión económica que ha hecho tambalear muchos otros sectores y a la irrupción de las grandes fortunas de los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China)», comenta la doctora en Mercado del Arte e investigadora, Ana Vico, durante su ponencia Los mercados del mañana y el coleccionismo emergente en los cursos sobre coleccionismo de arte WeCollect Education del Museo Lázaro Galdiano.
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“Cuando hablamos del mercado del arte tenemos que tener en cuenta que es un concepto muy amplio, en muchos casos excesivo, donde metemos muchos sectores, como pintura, antigüedades, arte contemporáneo, mobiliario, artes decorativas, arqueología, numismática… muchos aspectos que no todos son obras de arte. Este concepto es como un cajón de sastre donde insertamos demasiados bienes artísticos y de colección diferentes”.
En el año 2007 los precios de ventas del mercado del arte llegaron a su cénit, alcanzando cifras récord sobre todo en pintura, dibujo y escultura: “Nunca antes se habían vendido a un precio tan alto las obras de arte o los bienes de colección como en 2007. Ni siquiera ahora que estamos ya en una recuperación encontramos un alza de precios tan alto”. A partir de entonces, la influencia de la crisis económica se empezó a notar en el mercado del arte. Los precios de las grandes obras maestras se mantuvieron pero hubo un descenso absoluto en las ventas de las piezas de calidad intermedia o baja. “El mercado del arte siempre busca lo estético y la poca calidad tiene poca cabida. Aunque no nos guste reconocerlo, porque hay mucha accesibilidad en muchos de los sectores del arte, se notó que no había mercado para las piezas con poca calidad. El número de compardores que podían acceder a estas piezas medias era inferior y hubo una bajada de precios importante. Aún así, el mercado repuntó mucho antes que el resto de sectores”.
El porcentaje de invendidos en las casas de subastas de los países más representativos subió hasta el 40% y el 50%. “Había que reconsiderar cómo se estaba estructurando el mercado, algo no funcionaba cuando un país como Suiza donde se realizaban siempre subastas muy exitosas se encontró con casi la mitad de invendidos. Al final se produjo una reestructuración de precios dada por la selección de los lotes que se ofertaban. Subastas más pequeñas pero con piezas más escogidas, lotes más seleccionados y precios más altos. Eso hizo que el repunte de precios se diese dentro de los gráficos pero no se había superado la crisis”. Pero, ¿qué se hizo con las piezas de calidad inferior? Pasaron a ofrecerse en lotes de conjunto, subastas de segunda categoría o subastas online en un momento que todavía estaba suficientemente desarrollado el mercado online.
Nuevo siglo, nuevo mercado del arte
Y así llegamos al siglo XXI, “un momento marcado por tres tendencias fundamentales: una reestructuración de precios, donde en plena crisis las inversiones importantes se pensaban dos veces y donde repuntaron los artistas consolidados; una nueva estructura de comercialización, con la llegada del comercio electrónico y las nuevas tecnologías, un medio de distribución que se ha ido asentando muy paulatinamente; y un mayor incremento de la competencia, con más de 260 ferias al año donde se escogen mucho más las piezas para poder sobresalir con respecto a nuestros competidores”. En este ecosistema, irrumpen los países BRIC, cuyas grandes fortunas ocuparon las lagunas que dejaron los coleccionistas estadounidensees y europeos. El número de coleccionistas sobre todo chinos que se incorporaron al mercado del arte fue ingente, “eso llevó a incorporar en los lotes ofertados un nuevo género de piezas que satisficieran la demanda de estos nuevos coleccionistas, como el arte autóctono que querían recuperar”.
Estas características del mercado del arte actual dan como resultado una exigencia de mayor calidad, una demanda de obras más escogidas, subastas más selectas con precios más altos y con una selección de piezas que genera un mercado más premium. Una mayor inaccesibilidad para muchos sectores o estadios de la sociedad que genera una concentración de coleccionistas en zonas urbanas muy concretas, en las grandes capitales artísticas.
Las legislaciones de cada país también ejercen una gran inferencia dentro del mercado del arte. “En España tenemos una ley muy restrictiva que hace que por ejemplo el récord de pintura en los mercados internacionales supere los 250 millones de euros y en España no lleguemos a los 3 millones porque tenemos una ley que controla mucho los permisos de exportaciones. Las grandes obras encuentran grandes dificultades para exportarse y los coleccionistas extranjeros no pueden articipar en nuestro mercado como lo hacen en mercados internacionales. A menor demanda, precios más bajos. Nos encontramos con un país con un patrimonio enorme pero cuyos precios no tienen ninguna comparación con los que encontramos a nivel internacional”.